Elías David Curiel

Evento cultural que reúne cada dos años en Coro (Falcón, Venezuela), ciudad reconocida por la UNESCO Patrimonio Cultural de la Humanidad, a un grupo de invitados, entre los que se encuentran poetas y escritores, nacionales e internacionales, con el objetivo de intercambiar experiencias acerca de la creación literaria. El objetivo principal del evento es promocionar la obra poética de Elías David Curiel, poeta coriano de origen judío sefardí, precursor de la modernidad literaria en Venezuela, como un acto de rescate, merecido por la magnitud de contenidos presentes en su obra, relacionados con el ser y el sentir de una identidad. De igual manera, el evento hace posible el conocimiento y difusión de los escritores falconianos contemporáneos en un ámbito universal. Las cinco versiones realizadas hasta ahora, a partir de 1997, han confirmado a este evento como uno de los encuentros literarios más importantes del país.

El programa general del evento está conformado por lecturas y recitales de poesía en sitios cerrados y abiertos, conferencias, mesas de discusión crítica, visitas a las comunidades, proyección de videos y exposiciones de arte.

El evento es realizado por el Instituto de Cultura del Estado Falcón, a través de la Fundación Casa de la PoesíaRafael José Álvarez, conjuntamente con otras instituciones culturales públicas y privadas, bajo el auspicio del Ministerio del poder popular para la Cultura.


Reseña histórica del evento

A partir del I Simposio de Literatura Falconiana, realizado en 1981, esfuerzo de promoción del escritor y docente, Enrique Arenas, al amparo del Instituto de Cultura del Estado Falcón, la Universidad del Zulia, la Universidad Francisco de Miranda, y el discreto mecenazgo de la comunidad judía de Coro, en la persona de Hermán Henríquez, y el decidido interés manifiesto de Olga Elena de Curiel por la parte institucional, y del poeta César Seco por los escritores, se ideó en el devenir la ineludible necesidad de abrirle un escenario crítico al poeta Elías David Curiel. Esta posibilidad se concretó en 1997 cuando se creó la Bienal de Literatura “Elías David Curiel”, para dar a conocer una obra de atenuantes insólitos y contenidos contradictorios, pero de un indudable valor para la comprensión poética moderna en nuestro país. Desde su primera edición en 1997, la Bienal Elías David Curiel se convirtió en un encuentro de destacadas voces alrededor de este poeta, lo cual ha permitido valorarlo debidamente y descubrir la dimensión contemporánea y el significado que tiene para una nueva generación de creadores.

En las versiones de 1997 y 1999, la primera dedicada por entero a una nueva valoración del poeta Curiel, y la segunda, dedicada a la relación entre la poesía y lo sagrado, aspecto del que sin dudas participa la obra de Curiel. Escritores venezolanos y extranjeros se dieron cita para volver sobre el claroscuro que comporta la poiesis del bardo de la calle Garcés. Algunos estuvieron por esa calle y entraron a la que fuera su casa, otros optaron por el silencio recóndito que en el cementerio hebreo abre espacio a su lápida, en tanto que los muchos recorrieron Coro espabilados por el cocuy, bebida ancestral del coriano, y por el enigma del espectro de Elías David Curiel, presente aún en los ecos de la ciudad vieja. Al regreso, ya en el sitio que los congregó, los espacios del Instituto de Cultura, el intercambio de visiones y acercamientos fue arrojando un testimonio, presentado luego como Memorias durante la III Bienal en octubre de 2001, realizada en homenaje a la poeta Reyna Rivas y donde, nuevamente, se dieron cita importantes autores de la literatura venezolana contemporánea y se cumplió una amplia programación de conferencias, lecturas y exposiciones.

El poeta Luis Alberto Crespo, reseñó algunos momentos relevantes de la segunda edición del evento, ocurrida en 1999 en medio de una pertinaz lluvia que no impidió la plena participación de la ciudad y su gente, haciendo propicia la evocación de la memoria del poeta, presente de esta manera: “La luz esa, enorme, que es tenaz en la tierra ventosa, estaba sucia cuando entramos a la casa de Elías David Curiel. Afuera, una placa recordaba que allí había sido el lugar de su nacimiento, pero, ¿por qué se silenciaba que también allí había sido el de su muerte, por voluntad propia, elevado por la cuerda de la horca entre la tierra y el cielo? … Fue gris el día, neblinoso, cuando miré la intimidad de aquel suspirante de filtros y caminos del éxtasis. Mientras me adentraba al fondo del jardín de su blanca morada donde se estremecía el viejo mamón que acaso creció a su lado, el gran poeta del Soneto Bárbaro me murmuró en la memoria que “¡la niebla era el hastío!...” (citado de El país ausente, diario El Nacional, 18 de marzo de 2000).

La tercera edición del evento cumplida en el año 200l, dio inicio a una nueva etapa y presentó variaciones significativas, incluyendo lecturas de poesía en espacios abiertos, como plazas y bares de la ciudad. Los mismos acontecimientos que tomaban el pálpito del país para ese entonces, la desestabilización promovida desde factores ajenos a la soberanía, hizo que un grupo reconocido de escritores presentes firmara un manifiesto de respaldo al proceso de cambio en Venezuela. En el mismo sentido de apertura se crearon más actividades con la participación de autores locales, permitiendo así una justa valoración de sus creaciones y estimulando la debida promoción de sus obras.

Para la cuarta edición llevada a cabo en el año 2003, el evento se abrió a la participación en las comunidades y se incluyó en el programa recitales y lecturas en varios pueblos de la geografía falconiana y se realiza por primera vez una lectura de los más jóvenes poetas del país, siendo el primer evento de este tipo en hacerlo. Esta modalidad ya ha sido incorporada por otros eventos literarios. La quinta edición cumplida en el año 2006 elevó el rango del encuentro a nivel internacional. Desde ya se está invitando por diferentes medios a la sexta versión, en septiembre próximo.

A partir de la tercera edición, La Bienal dedica un segmento de la programación a homenajear a un poeta o escritor falconiano de obra relevante. Hasta ahora han sido reconocidos con este homenaje, los poetas: Reyna Rivas, Rafael José Álvarez, Lydda Franco, Farías y Hugo Fernández Oviol, todos ellos con reconocidas obras. El primer invitado internacional que acudió al evento fue el poeta judío Slomo Avayou, quien tradujo al hebreo poemas de Elías David Curiel, que aparecieron publicados en el semanario Mundo Israelita, en el mismo momento que se celebraba el evento.

Importantes poetas y escritores venezolanos y locales han participado en el evento: Juan Calzadilla, Ramón Palomares, Luis Alberto Crespo, Ana Enriqueta Terán, Luis Brito García, Reynaldp Pérez Só, Blás Perozo Naveda, Enrique Mujica, William Osuna, Antonio Trujillo, Ennio Jiménez Emán, Gonzalo Ramírez, Miguel Márquez, entre otros.


Rasgos biográficos de Elías David Curiel

Nace en Coro, Estado Falcón, el 9 de agosto de 1871. De padres judíos sefarditas que, procedentes de la vecina isla de Curazao, se establecieron en la capital falconiana a finales del siglo XIX hasta mediados del siglo XX, desarrollando un incipiente comercio en el casco urbano de la ciudad y contribuyendo con obras de servicio público. Elías David Curiel, fue maestro preceptor de escuela, poeta y periodista. Luego de una vida marcada por la soledad decidió poner fin a sus días el 28 de septiembre de 1924, dejando una significativa obra poética.

Precursor de la modernidad poética en Venezuela

La obra poética de Elías David Curiel, constituye una presencia especialmente particular en la poesía venezolana. Es junto a José Antonio Ramos Sucre, precursor de la modernidad literaria en Venezuela. Elías David Curiel es creador de un universo poético de altísima originalidad, decididamente nuevo y definitivo, en que sentimos, que más allá de las proposiciones o hallazgos formales, estamos situados ante un espacio de revelaciones y ante la experiencia de vida de un auténtico poeta.

El conjunto de su obra fue reunida en tres libros, Poemas en flor, Música astral y Apéndice lírico. Especie de cuadernos escritos en de vario tono y una misma intensidad, que introducen en nuestra lírica de manera sustancial elementos de carácter filosófico, metafísico, de la mitología grecolatina, y de manera fundamental, elementos de la tradición hermético-cabalística de origen hebraico, que se conjugan con la atmósfera fantasmal y alucinante de la ciudad, plena de fulguraciones, emparentada con los ámbitos oscuros de Edgar Allan Poe y Charles Baudelaire, con los espacios abisales de Lautreámont y las iluminaciones videnciales de Rimbaud, que le permiten anteceder y fundar magistralmente lo que podríamos llamar una corriente sólida de nuestra tradición poética moderna, representada en las obras de José Antonio Ramos Sucre, Fernando Paz Castillo, Vicente Gerbasi, Luis Fernando Álvarez, Juan Sánchez Peláez, Rafael José Álvarez o Francisco Pérez Perdomo.

La obra trascendental de este poeta de origen sefardí es según Ennio Jiménez Emán, “dueña de un temple oracular pocas veces alcanzado en nuestras letras”. Hasta hace unos pocos años esta obra no es que fuese desconocida, como han querido afirmar equivocadamente algunos, sino un caso de olvido, de esos que abundan en nuestras letras. Lo cierto es que poemas suyos aparecen en el Cojo Ilustrado (Nº 236) en 1901, luego, en 1904 (Nº 293), un escrito en prosa de su propio puño; y posteriormente en 1906 (Nº 347) se le dedica una página completa y desde ese momento pasa a ocupar la condición de colaborador del que fuera uno de los más importantes medios impresos de la época. En verdad, desconocimiento ninguno, olvido en todo caso, pues es sabido que Fernando Paz Castillo, Miguel Otero Silva, Pascual Venegas Filardo, Luis Beltrán Guerrero, Juan Ángel Mogollón, Agustín García y otros importantes escritores venezolanos, reconocieron en su momento la originalidad creadora de Curiel.

Es noticia escrita también, que en 1941 Miguel Otero Silva reclama a Otto De Sola y a Mariano Picón Salas haber omitido a Curiel en la Antología de la Moderna Poesía Venezolana. Desde entonces, y luego, en ese viaje secreto y restringido, plagado de olvidos, en el que acude a sus lectores, desde la accidentada primera edición de su Poesía Completa por Luís Arturo Domínguez en 1961, no se tuvo noticia impresa de Curiel, salvo por apariciones de comentarios y semblanzas en revistas de poca circulación, hasta 1971 cuando por orden del entonces gobernador de Falcón, Ramón Antonio Medina, se hizo una nueva edición (la edición azul), que incorpora a los tres cuadernos iniciales, un mea culpa y una suerte de poética escrita en prosa. La edición tuvo el favor de Ernesto Silva Tellería, Virgilio Medina, Olga de Curiel y Martiniano Bracho Sierra. Estas dos publicaciones y, por ese mismo tiempo Vida y obra de Elías David Curiel (s.i.ni a.), editado por el Ateneo de Coro y en el que Virgilio Medina reunió artículos y ensayos, junto a fragmentos y anecdotarios firmados por quienes se habían ocupado de estudiarlo hasta ese momento, contribuyeron a despertar un nuevo interés. Hasta el año 2003 que bajo los auspicios del Ateneo de Coro nuevamente y el de otras instituciones culturales del país se editó Ebriedad de Nube, edición corregida y definitiva de sus poesías, esta vez incorporando algunos poemas inéditos. De este mismo libro, extraemos de su solapa la reveladora afirmación de Fernando Paz Castillo sobre el poeta: “…los versos de Elías David Curiel tienen el romanticismo de Musset, inquieto y sensual, y las profundidades, en veces impertinentes de Baudelaire. Y sobre todo una marcada influencia de la Biblia con su grandeza, desolación y erotismo”.


Importantes valoraciones de la obra de Elías David Curiel

“Muchos de los que fueron sus discípulos presentan a Elías David Curiel como un dipsómano sentado a la puerta de su casa, una solariega casona del Coro colonial de siglos atrás, abstraído, con la mirada errante, perdida en un extraño y lejano mundo, despertando en los transeúntes que le contemplaban con cierta maledicente curiosidad, las más inverosímiles conjeturas. Los retratos físicos que de Elías David Curiel se conservan, nos lo presentan como genuinamente fue: flor y fruto desgajado del remoto y gigantesco árbol de Israel. El rostro ovalado; los ojos abstraídos como aferrados a una visión de pesadilla interna; la nariz enormemente corva, hebraica en todas sus sinuosidades, le imprimía junto a su barba rubia de Nazareno, un aspecto hierático de penitente profeta bíblico… Empero esta familiaridad de este bohemio impenitente, casi siempre mal vestido, que escribía versos ininteligibles y hablaba solo cuando transitaba las desiertas calles de Coro, pocos sospechaban que él representaba entre los poetas contemporáneos de Venezuela, los que tenían por santo y seña al “Cojo Ilustrado”, uno de los de mayor connotación y obra más trascendente, si bien ésta, todavía no conocida, sino muy fragmentariamente…”. (Virgilio Medina, en “Creyón para el retrato de un poeta maldito”, Editorial Arte. Págs. 1 y 2)

“Se ha dicho que con José Antonio Ramos Sucre y Elías David Curiel penetra la modernidad literaria en Venezuela… Cabe sin embargo detectar analogías y diferencias que no involucran necesariamente comparaciones, porque toda comparación es odiosa… Coinciden en reminiscencias dolientes de la infancia que no compartieron con los otros párvulos…Coinciden en cierta prefiguración de la muerte: si bien en la poesía la remiten a la vejez…Coinciden también en el entorno sin transición entre el sueño y la vigilia…La imagen de la casa es también común…Notemos ahora diferencias... Curiel era poeta órfico. Ramos Sucre no lo era... Otra diferencia es la naturaleza del fantasma…En Ramos Sucre parecen elaborados en una magia prodigiosa. O extraídos de la historia del mundo en tiempos primordiales… Coinciden en la idea de la muerte y sus implicaciones en la moral como redenciones… La diferencia en Curiel radica en que detecta al fantasma y complementa el aderezo. Es el típico fenómeno suprasensible que oye y ve en el curso de toda una vida…Los circunscribe a la esfera familiar, los asocia al santuario y al conjuro. Son atávicos. Les imprime contenido. Al principio les teme, más tarde los sublima; como si los sometiera al exorcismo… Por la sublimación alcanzan la imagen angélica de niños a veces finados: siempre sonrientes invitado a la ronda: la figura esplendente de las hermanas y las sombras augustas del padre y de la madre...En Ramos Sucre como en Curiel encontramos declamaciones del paisaje… La mística esta en ambos en la postulación moral y en cierta disposición ascética, en el lenguaje sin disolución, en las visiones... Menos frecuente es su analogía en la tradición oculta. En Ramos Sucre se muestra esporádica y un tanto exterior… Curiel no necesita nombrarla porque deviene implícita y le corresponde por derecho propio, recordemos el Zohar cabalístico, nueva Biblia de los sefarditas, de aliento místico… Mostrabànse ambos muy versados en la mitología. La insinuaban dejando al lector su sentido explícito, como debe ser… Adviértase que la expresión de Curiel que se aproxima a la teosofía forma parte de sus búsquedas, abiertas hacia las manifestaciones del espíritu. Su compromiso atávico con el judaísmo no le impedía la aproximación al cristianismo; ni reducía su exaltación estética del helenismo, su abigarrada cultura, el mundo maravilloso de su poesía … (Juvenal López Ruiz, en La Voz del Silencio,.páginas 21 al 28, y 34) .

“El contexto del modernismo y su tiempo no se puede ignorar en la formación cultural de Curiel. Quizás guardando un parecido a Herrera Reissig, habría que relacionarlo también, con el mexicano López Velarde en la vertiente de lo oculto, que según afirma Octavio Paz en “Cuadrivio”, incluso penetra en América con el modernismo. Así, ambos vendrían de Hugo, sin omitir la gran dosis de misterio que hay en toda poesía y que somete al conocimiento la aproximación, incluso a la imagen de los ideogramas y a lo que el teólogo alemán Rudolph Otto ha llamado numinoso, para referir a lo indescriptible, asemejándose a lo irracional en la idea de Dios”. (Juvenal López Ruiz, en La Voz del Silencio, páginas 195-196).

“Dueño de un temple oracular pocas veces alcanzado en nuestras letras, la encendida palabra que él mismo lleva consigo le hace alcanzar una trascendencia inusitada a su autor, como espíritu avanzado en su tiempo en lo que se refería a la creación poética, y en cuanto a sus dotes videnciales, solo comparables a espíritus como Rimbaud, Poe o Baudelaire, y en nuestro país a un José Antonio Ramos Sucre…Creemos personalmente que Curiel es lo que el crítico norteamericano Harold Bloom en su libro La angustia de las influencias llama un “poeta fuerte”, un creador original que asimila toda una tradición de influencia pasadas y presentes dando como resultado un producto nuevo y definitivo, y que quizás sea también el fundador de una tradición oracular secreta – diferente a la generada por José Antonio Ramos Sucre – en la que podrían inscribirse nombres como los de Paz Castillo, Luis Fernando Álvarez , Vicente Gerbasi, Juan Sánchez Peláez o Francisco Pérez Perdomo (Ennio Jiménez Emán, en Las Voces Ocultas, páginas 11y 12)

“Elías David Curiel no es sólo un escritor religioso y contradictorio en la búsqueda y las dudas de la fe, sino también un poeta metafísico de densa inquisición ontológica; sólo que su ontología no es filosofía pura expresada en un poema, sino un entramado de múltiples aristas desde el que se indaga la poesía, el mundo, la existencia, pero también desde esas diferentes vertientes se pueden vislumbrar y analizar cada una de esas perspectivas, cada una desde las otras, o las unas en relación con las otras. Me atrevo a afirmar que nunca en la poesía venezolana de 1870 hasta 1920, se había alcanzado un tan alto nivel de captación de lo poético desde esa complejidad y densidad simbólicas, desde ese juego de múltiples códigos, que se entremiran y entrehablan, como se aborda en los textos del poeta falconiano. Elías David Curiel es un rara avis en el panorama de la poesía modernista y posmodernista latinoamericanas. Insisto: el desconocimiento por parte de la crítica de este gran poeta que lo es también de la transición de la poesía de América Latina desconcierta y es digna de lamentar (Enrique Arenas, en El Discurso del Insomnio, estudio crítico del libro Ebriedad de nube. página 37)