Yurimia Boscán y Ennio Tucci durante la Filven 2017.


Por Yurimia Boscán


No concibo actividad de mayor nobleza que la de contribuir, con nuestro trabajo, 
a la vehiculización de la palabra que, más allá de ser un simple instrumento, 
es lo que nos hace verdaderamente humanos.
Jaume Vallcorba


Hoy me uno al inmenso coro de voces que desde el 25 de octubre está celebrando el hecho de que Madriguera Revista Literaria, que no es más que un sueño abonado con tesón y más sueños (propios y ajenos), haya sido galardonada por el Instituto Autónomo Centro Nacional del Libro (CENAL) con el Premio Nacional de Libro (2016-2017), categoría Sitio electrónico que promociona el libro y la lectura. 
Y es que no es para menos. Todos los que conocemos, de cerca o de lejos, la maravillosa labor de Ennio Tucci y sus compañeros hacedores de luz, en el más puro sentido robinsoniano, sabemos el esfuerzo humano que hay detrás de cada edición física o digital, de un libro o de la revista de Madriguera... es el amor poniendo a prueba todas las vicisitudes que nos pueden alcanzar en la cotidianidad de la vida, sobre todo en el oficio del editor que, como bien dice Javier Cercas, “es un oficio raro” pues combina el alma del escritor con el ojo del crítico, el tesón del hacedor, el gusto estético del artista plástico y la resistencia y perseverancia de un soñador, elementos que conspiran para que el producto obtenido tras el largo camino de la edición sea en sí mismo, un “arte final”, lo que da como resultado un libro con alma. Quienes hemos sido editados por Madriguera sabemos eso. 
Cada uno de nosotros, escritores, ilustradores, diagramadores, correctores, diseñadores y un largo etcétera, sabe que Ennio Tucci, más que un hombre de negocios, es un ser humano casado con el oficio de editar para hacer feliz al otro. Es él un poeta que vive forjando patria con las historias, los versos y los cuentos de quienes también apuestan por mejorar el mundo y, por una u otra razón, no han tenido acceso al mercado formal de las editoriales del Estado, ni mucho menos a editoriales privadas, cuyos costos nos ponen a años luz de la posibilidad de editar por nuestra cuenta. 
Es entonces, tal como su nombre lo indica, que Ediciones Madriguera asume su rol de “madriguera” y nos rescata. El proyecto de Tucci, siempre solidario, además de ofrecer ediciones y publicaciones “a pedido” en físico y digital, viene dotado de una necesaria conciencia social, la cual incluye también el cambio de papel del editor, quien debe buscar las alternativas para poder hacerle frente a la práctica tradicional impresa.
Por ello, y por mucho más, el trabajo de hormiga que el equipo de Madriguera adelanta no podía permanecer anónimo por mucho tiempo. El dato se pasa de boca en boca, de libro en libro, de verso en verso, de amigo a amigo, porque las cosas hermosas siempre nos trascienden y agarran vuelo. Para eso son los encuentros, y si éstos son literarios, con más razón.
No me queda sino agradecer a la vida que, en tiempos de crisis como éste, los sueños de quienes apuestan por la honestidad, el trabajo, la comunicación, la literatura y el cambio positivo, sean reconocidos públicamente. 
Estaremos al pie del cañón junto a los montones de fans que irán a aplaudir la entrega del merecido galardón. El acto se llevará a cabo en Caracas durante las actividades de la 14° edición de la Feria Internacional del Libro de Venezuela (Filven 2018) entre el 8 y el 18 de noviembre.
¡Buena esa!