Alejandro García
A finales del año 1960 el director aragonés Luis Buñuel confesó públicamente que volvería a rodar en España luego de veinticuatro años de exilio en México y como era de esperarse las reacciones encontradas no tardaron en aparecer. Los republicanos que permanecían en el extranjero como él lo llamaron "traidor", y los españoles leales a Franco al pisar su tierra natal le gritaron "judas" a todo pulmón. Lo que ninguno de los bandos podía imaginarse era que la película que en ese momento comenzaba a realizarse estallaría como una bomba frente a los atónitos ojos del mundo, nunca antes un filme de habla hispana había osado llegar tan lejos al criticar sarcásticamente la inutilidad de la caridad católico-cristiana frente a la pobreza.
Buñuel comunista confeso y ateo militante edifica con Viridiana la más despiadada y anticlerical crítica sobre el distorsionado concepto de la compasión y la fe arraigada en nuestra cultura proveniente de un poder eclesiástico anacrónico, pacato, vetusto y completamente ajeno de la realidad social del mundo. La iglesia católica ofendida en su honor ante tan ominosa obra empuño todas sus armas contra Buñuel y su obra, acusándolo de blasfemo, hereje y ordenando la prohibición y la quema de la cinta, como si a mediados del siglo XX aún viviéramos en la edad media.
Viridiana por increíble que parezca nació de la casualidad, Buñuel luego de haber rodado "Nazarin" en 1958 protagonizada por el actor español Francisco Rabal, adquiere nuevamente fama internacional, gracias a Rabal conoce a un arriesgado productor independiente de nombre Gustavo Alatriste quien le ofrece servirle de productor para el filme que el quisiese hacer, dándole libertad absoluta, con la condición de que la protagonista fuera su esposa, la hermosa actriz Silvia Pinal y que fuera rodada en España.
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